Gourmands del mundo: la capital maña posee una oferta gastronómica envidiable, tanto si buscáis la tapa perfecta como si preferís la comodidad de una buena mesa. Zaragoza os espera con sus cocinas abiertas dispuesta a satisfacer vuestros paladares.
Como en otras ciudades españolas, en Zaragoza el tapeo está muy arraigado; tanto, que es casi una “religión”. Aunque aquí no es habitual que las tapas se sirvan gratis al pedir una bebida –como sí ocurre en otras localidades de la Península–, a cambio las raciones suelen ser muy elaboradas y generosas. Y si el tapeo es casi una religión, no podían faltar un buen número de “templos” en los que rendir devoción a tan sabrosa costumbre.
El rincón por excelencia para disfrutar de unas buenas tapas está en el centro histórico, a un paso de la calle Alfonso y la basílica del Pilar, en una zona conocida como “El Tubo”, una encrucijada de calles repletas de bares y restaurantes. Algunos de los establecimientos con mayor solera se encuentran en el cruce de las calles Libertad y Estebanes o sus proximidades, como
Doña Casta (célebre por sus croquetas de deliciosas combinaciones, como las de boletus con foie, bacalao con trigueros o gallina con chocolate), El Champi (que lo apuesta todo –y con notable éxito– por los champiñones a la plancha), o Bodegas Almau (visita obligada para los amantes de la anchoa, pues la preparan de formas muy originales: con queso y chocolate, con miel y moscatel o con aguacate, mental y almendra).
Además de estos locales veteranos, no faltan otros más recientes, y con una oferta igual de sugerente. Es el caso de El Melí del Tubo (calle Libertad 12), dos plantas con una moderna decoración en las que podemos disfrutar de su carta de cócteles y una amplia selección de tapas creativas: el ceviche bonaerense, los chupa-chups de ternasco, o la hamburguesa de rape y gambas, entre otras.
Aunque El Tubo es la zona más popular para ir de tapas, no es el único rincón en el que disfrutar de estas maravillas culinarias. Casi todos los barrios, por ejemplo, cuentan con establecimientos donde las tapas se miman con esmero. Es lo que sucede en el bar Cervino (calle Ainzón 18), en la Almozara, un pequeño local que está siempre muy concurrido gracias a sus productos de primera calidad. De vuelta en el centro, otra zona que conviene visitar es la de las calles Mayor y Heroísmo, donde desde hace algunos años los jueves son días muy especiales gracias a una iniciativa bautizada como juepincho (tapa y bebida por 2 euros). No muy lejos de allí, en la calle Cadena nº6, encontramos otro establecimiento imprescindible: se trata de Casa Pedro, un local con tapas de autor que ha cosechado multitud de premios: el más reciente, el primer galardón en el Concurso Nacional de Tapas.
Pero Zaragoza es mucho más que pinchos y raciones. Si queremos disfrutar de un agradable brunch en un entorno elegante, con música y ambientación moderna, lo ideal es acercarse hasta Garbo Gentlebar (Plaza de los Sitios 18), uno de los locales de moda en la ciudad, donde podemos degustar alguno de sus deliciosos cócteles antes de sentarnos a comer unos fantásticos huevos Benedict o unos brioches rellenos. No faltan tampoco locales “coronados” con las prestigiosas estrellas Michelin, como La Prensa (calle José Nebra 3) o Cancook (calle Juan de Aragón 5) ambos con menús degustación y precios que rondan entre los 65 y los 95 euros por cubierto.
En definitiva, la oferta gastro de la capital aragonesa tiene virtudes de sobra para complacer a los más exigentes. Un último apunte: no dejes de probar el ternasco (carne de cordero joven), es uno de los productos típicos y se prepara de muchas formas, tanto en tapa –las riquísimas madejas, por ejemplo–, como en bocadillo, o en plato –en chuletillas, cocinado al horno…–. Y no olvides probar alguno de los vinos aragoneses con denominación de origen: Somontano, Cariñena, Borja o Calatayud. ¡Buen provecho!