Si eres un amante del arte y la historia, de la buena comida, del mar cristalino, de los grandes paisajes o simplemente estás deseando conocer a un gran pueblo, estoy bastante segura de que en los últimos años Palermo ha estado a menudo en tu lista de lugares que debes visitar lo antes posible.
El auge derivado de la revalorización de su centro histórico y la consiguiente decisión, por parte de varias compañías aéreas de convertirlo en uno de sus destinos principales, ha hecho que la capital siciliana esté invadida de turistas desde hace unos cinco años de una forma sin precedentes.
Palermo está llena de símbolos y lugares emblemáticos y, sin duda alguna, puedo decir que el primero que encontrarás y que constituirá el epicentro de tu visita es el Teatro Massimo Vittorio Emanuele.
EL TEATRO MASSIMO DESDE OTRO PUNTO DE VISTA
Normalmente hablamos de VIP para referirnos a personas, pero en este caso, sin lugar a dudas, estamos ante un Very Important Theatre: el Teatro Massimo de Palermo. Más allá de las fronteras nacionales, la mayoría lo conoce principalmente por su aparición en el tercer capítulo de la saga El Padrino, tanto que a menudo pregunto a los viajeros: «¿Qué sabes del Teatro Massimo?» La misma pregunta, la misma respuesta desde hace una década.
Extiendo los brazos, me remango y empiezo a explicar la importancia de este lugar tan valioso y a contar su belleza, su historia y sus curiosidades. Pero antes de empezar a descubrirlo, te aconsejamos que descubras la historia del «food block» adyacente al Teatro Politeama.
LA UBICACIÓN PERFECTA DE UN LUGAR EMBLEMÁTICO
El teatro tiene una ubicación tan central que no puedes evitarlo por mucho que te esfuerces. Si pasas por Palermo, probablemente aparezcas allí a menudo y sin darte cuenta.
El Teatro es, sin duda, el monumento por excelencia para nosotros, los palermitanos, que nos encanta observarlo en todas las épocas del año, sobre todo en invierno, cuando se viste de gala durante un par de meses con miles de luces y flores de pascua que colorean su hermosa escalinata.

En realidad, nunca lo he concebido como un mero monumento, porque el Teatro Massimo es la piedra angular de Palermo: una obra majestuosa que inicialmente no estaba planeada para la Piazza Verdi, pero que no podría imaginar en otro lugar. Solía ser la línea divisoria entre la ciudad vieja y la nueva, que ahora son casi indistinguibles. Hoy en día, casi definiría su papel como un «espectáculo espectador»: un espectáculo para nuestros ojos, que observa en calidad de espectador silencioso todo lo que sucede ante sus ojos por las calles repletas de locales comerciales y gastronómicos.
voy «al massimo»
De hecho, asocio inmediatamente el Teatro con una quedada de amigos, seguida de un buen aperitivo o una excelente cena. ¿Y por qué no un paseo con una cervecita y un calzone frito por la Via Maqueda, la centenaria calle frente a nuestro teatro?

«¿Dónde quedamos? Venga, quedamos en el Massimo y desde allí decidimos dónde ir»: una frase ritual de cualquier ciudadano de Palermo, que yo misma creo haber pronunciado al menos un millón de veces en mi vida.
Y al final siempre es una excusa para observarlo por enésima vez, descubrir un nuevo detalle y quedar fascinado por la belleza que alberga. Si este es el comienzo, la velada solo puede ser maravillosa. Fórmula garantizada, ¡satisfecho o te devolvemos el dinero!
EL PRINCIPIO SICILIANO DE COMPARTIR LA BELLEZA
Seamos sinceros: nos bombardean constantemente con tópicos. Uno de ellos es que los sicilianos conforman un pueblo hospitalario, al que le encanta compartir «lo suyo» siempre con una sonrisa en los labios. Te diré la pura verdad: no es un cliché. En cambio, los «palermitanos de adopción»,porque así es como se te puede definir tras tus primeras 24 horas en la ciudad, sienten nuestro querido Teatro como una extensión de sí mismos.
Si para los lugareños es un punto de partida, observación y encuentro, para los viajeros es sin duda un punto de referencia, útil para orientarse en el rico centro histórico de Palermo. Cuando paso por la plaza, siempre hay alguien con la cabeza en alto admirándolo embelesado, mapa en mano, dispuesto a disfrutar del resto de las encantadoras maravillas monumentales que lo rodean.

UN TEATRO COMO SÍMBOLO DE RENACIMIENTO
El Teatro Massimo, sin embargo, es mucho más: hoy representa un icono positivo en el imaginario colectivo de todos los sicilianos, que debe interpretarse como un auténtico emblema de la renovación: las interminables obras de renovación de las que fue protagonista desde 1974, terminadas solo 23 años después, son el síntoma de una ciudad convulsa, en estado de abandono y total desidia por culpa de una administración carente de moralidad. Su reapertura en 1997 con la Filarmónica de Berlín, seguida de la primera ópera, Aida de Giuseppe Verdi, representada en abril de 1998, marcó el fin de una época de decadencia para la ciudad de Palermo y una oleada de interés renovado, un deseo de redención, gracias a una juventud cada vez más activa y participativa, criada a base de pan y legalidad.
LOS ORÍGENES DEL TEATRO MASSIMO
23 años para restaurarlo, 23 años para construirlo: inaugurado en 1897 con la ópera Falstaff de Giuseppe Verdi, que no por casualidad da nombre a la espléndida plaza en la que se encuentra, fue muy deseado por la administración debido al aumento de la población y a la necesidad de fomentar la cultura.
Tuvo que hacerse un hueco en su ubicación actual, lo que llevó a la demolición de varios conventos y monasterios que abundaban en la zona, entre ellos la Iglesia y Convento de los Estigmas de San Francisco y la Iglesia y Monasterio de San Giuliano delle Teatine. Durante estas obras se encontró la tumba de la última Madre Superiora —o la primera, según algunos— de las Clarisas de San Francisco.
EL «SPIDDU» DEL MASSIMO
Ahora… ¿se imaginan una Ópera sin su típico fantasma? Ni siquiera el Teatro Massimo pudo escapar a este destino y, como es fácil adivinar, aquí vaga por sus salas esa misma alma arrancada de su tumba, «la monachella», llamada así por su escasa estatura. Parece que a su «spiddu» (fantasma en siciliano) le sigue gustando gastar bromas a los que la molestan: ¡tropiezo garantizado en el primer peldaño de la escalera de la entrada del Teatro para quien no se crea la leyenda! Se dice que incluso intervino en los 23 años que se tardó en construirlo y los otros 23 en renovarlo.
ARQUITECTURA
Leyendas y curiosidades aparte, estamos hablando del tercer teatro de ópera más grande de Europa por dimensiones, tras la Ópera Nacional de París y la Staatsoper de Viena, y el primero de Italia. La historia de su construcción está ligada a dos figuras destacadas del mundo de la arquitectura: Giovan Battista y Ernesto Basile, padre e hijo, supieron traducir e importar el lenguaje internacional, adaptándolo a las necesidades locales de hacerlo parecer casi «autóctono»: hablamos de ese estilo Liberty tan querido y extendido en Palermo, aunque desgraciadamente se haya perdido parcialmente con el paso de las décadas, del que ambos fueron grandes intérpretes. Basta recordar el Villino Favaloro, el Jardín Inglés o el Jardín Garibaldi, también en Palermo.

Así es como se presenta el Teatro a quien lo ve por primera vez: una arquitectura neoclásica ecléctica que se inscribe en un contexto Liberty, apreciable gracias a los dos pequeños quioscos diseñados por Ernesto que lo rodean y a la gran cúpula de hierro y cobre, que descansa sobre una estructura de rodillos que le brinda la posibilidad de «ajustes» según el efecto de las variaciones de temperatura. Toda su disposición parece recordar en cierto modo a la de las basílicas y templos civiles.
ALGUNOS DETALLES DEL EXTERIOR
Los dos leones de bronce que flanquean la columnata de estilo corintio representan la Lírica y la Tragedia, creados por Mario Rutelli y Benedetto Civiletti, respectivamente. Resulta impactante el friso sobre la columnata que recita un importante mensaje, todavía hoy de autoría incierta: «El arte renueva a los pueblos, y en ellos revela la vida. En vano es el deleite si no tiene como objetivo preparar el futuro». No faltan las obras escultóricas, como el busto de Giuseppe Verdi mirando a la plaza, obra de Antonio Ugo. En la parte derecha de su fachada se encuentra un elegante bistró.

INTERIOR: PLATEA, PALCOS Y SALAS PRINCIPALES
En el interior, el mobiliario y la tapicería del estudio Ducrot, que también diseñó los palcos y colaboró estrechamente con la familia Basile, añaden más detalles estilísticos. La sala en forma de herradura con cinco niveles de 31 palcos, además de la galería, está coronada por un techo de madera con frescos de «pétalos» que representan el triunfo de la música: el techo está dotado de un mecanismo que permite elevarlo para facilitar la ventilación de la sala.
En el centro del segundo nivel, destaca el Palco Real, revestido de caoba, espléndido con su araña de cristal de Murano. También cuenta con un vestíbulo privado, el «Salón del Soberano».

Entre las salas más importantes, destacamos:
- La Sala Pompeiana, famosa por la increíble acústica que buscaba Basile: si uno se sitúa en su centro, puede escuchar su propia voz amplificada, mientras que quien está fuera no puede oír nada de lo que se dice dentro. ¡No te voy a decir cuántas veces he cantado en él o he invitado a alguien a hacerlo! Con un diseño redondo, antaño reservado a los hombres nobles, está concebida siguiendo la repetición del número siete: 7 segmentos en el tragaluz, 14 puertas y 28 medallones decorados.
- En la misma planta se encuentra el Salón de los Escudos, llamado así por los escudos de varias familias nobles sicilianas, utilizado para los conciertos de cámara y para los ensayos del personal de baile.
- También cabe destacar la Sala de la ONU, llamada así por la Convención de la ONU sobre la Delincuencia Organizada, celebrada aquí en el año 2000.
Ahora que ya lo sabes todo sobre uno de los monumentos ineludibles de Palermo, el Teatro Massimo, corre a reservar un vuelo con Volotea: ¡los palermitanos están deseando conocerte!