De entre todos los parques de Nantes —la ciudad cuenta ni más ni menos que con un centenar—, hay uno que me gusta especialmente. Se trata del Jardín de las Plantas de Nantes.
El Jardín de las Plantas se sitúa justo enfrente de la estación de ferrocarril, por lo que es el lugar ideal para dar un paseo mientras esperamos a que llegue nuestro tren o el de unos amigos que vienen a visitarnos a Nantes. Sin embargo, bien merece la pena visitarlo expresamente y recorrerlo con tranquilidad. En este jardín se pueden observar miles de plantas, así que es muy fácil pasarse en él medio día seguido sin apenas darse cuenta: pasear por el parque, visitar uno o varios invernaderos y disfrutar de las instalaciones (cafetería, zona de juegos, etc.).
Creado a principios del s. XIX, el jardín botánico de Nantes se considera hoy en día un «jardín extraordinario» y uno de los cuatro jardines botánicos más importantes de Francia. Al recorrer sus senderos, es muy sencillo entender el porqué. Los ejemplares autóctonos, en ocasiones centenarios, se entremezclan con aquellos que, durante siglos, se han traído del mundo entero. El conjunto no solo ofrece al visitante un bonito muestrario de árboles y plantas, sino también un lugar agradable en el que pasear entre senderos con sombra, estanques y cascadas, una granja en miniatura o invernaderos antiguos.
Los invernaderos del Jardín de las Plantas de Nantes son, para mí, una de las atracciones más bonitas de la ciudad. Estos invernaderos, que también datan de finales del s. XIX y principios del XX, confieren al parque un gran encanto con sus siluetas de vidrio, acero y ladrillo. Estas estructuras nos transportan a tierras áridas en las que podemos observar miles de cactus, a los trópicos o, incluso, a una jungla de plantas que colonizan el tronco de los propios árboles (epífitas). ¡Un verdadero viaje botánico!
Sin embargo, como en cualquier visita a Nantes no puede faltar cierta dosis de locura, el último punto de interés del Jardín de las Plantas reside en las instalaciones del escritor e ilustrador francés Claude Ponti. En nuestro paseo por el jardín, nos cruzaremos con bancos gigantes o torcidos, con plantas con formas de animales, con macetas que ponen caras… Y, para mayor disfrute del personal, las instalaciones se renuevan cada año en el marco del viaje a Nantes.
Si recorres el Jardín de las Plantas de cabo a rabo, es muy probable que, después de visitarlo todo, necesites descansar un rato. Será entonces el momento ideal para acercarse al Café de l’Orangerie y beber o comer algo en pleno parque, en una terraza bien bonita rodeada de vegetación.
